Tips para sobrevivir a una fiesta de casamiento

Los casamientos, esa fiesta religioso-cívica que se realiza cuando dos personas deciden compartir su vida juntos, son sede de un sinfín de lugares comunes que se repiten sin demasiada reflexión en cada una de sus versiones, sea en un finísimo salón de Puerto Madero, o en el patio de una sociedad de fomento en Villa Diamante. Ofrezco a los lectores ávidos de evitar los convencionalismos para constituirse en outsiders sociales y construir así un mundo más mejor para todos, una lista incompleta (completable) de tips a gambetear con sesuda concentración si se quiere tener éxito.

1) El trencito: Existen dos teorías a) el trencito fue inventado por un cantante brasileño de samba y se popularizó con el ingreso de la musica carioca a nuestro país en la década del 60, o b) fue inventado por los comunistas para enviar un mensaje subliminal que metaforize (o cataforesis) la alegría de vivir bajo el aparato de unión y horizontalidad marxista. De cualquiera de las dos maneras, el resultado fue ese esperpento semi-baile y semi-autohumillación al cual todo el mundo odia sumarse pero se ve obligado por algunos sujetos que ya han sido obligados antes por otros y se vengan incluyéndolo a uno detrás de la tía Perla en esa fila interminable de sonrisas forzadas que recorren la pista empujando a los demás. El más perjudicado resulta siempre el primero de la fila, que además de tener que poner cara de comparsa o murguero se ve obligado a seguir con el trencito hasta que sus piernas desfallezcan y su orgullo le solicite otro Cuba libre con carácter de urgencia.
Procure evitar integrar este colectivo del ridículo, escuche al sentido común que le dicta no sumarse y no a la voz hormonal que le promete levantarse a una minita yendo detrás de ella en la fila. Escuche bien: Nadie en la historia de la humanidad a logrado iniciar un romance en el trencito. No sea creído y vaya a espiar escotes por otros rincones del salón.

2) El juez/sacerdote canchero: Con el salto tecnológico que significó para la robótica la incorporación del lenguaje digital, el hombre común se ha visto repleto de posibilidades de filmar, fotografiar, grabar, trasmitir o editar la vida cotidiana gracias a sus teléfonos, camáras y aypods, de modo tal que ahora en la sala 1 del registro civil de palermo hay más cámaras tomando el evento que en la conferencia de prensa en donde renunció Basile. Esto, que al principio parece un beneficio para los que asistimos a la boda, deviene en una cuestión insoportable cuando nos toca un ministro con alma de capocómico frustrado. Este sujeto no pierde la oportunidad de dar largos discursos con tono de amigo copado frente a los novios, de hacer chistes a los padrinos y guiñar ojos a las tías como si en verdad fueran marcelo tinelli y no un simple empleado (del registro civil o de dios). La situación es insoportable. Hay que fingir que nos divierte porque si no le arruinamos el video a los novios, y el tipo se siente darín en una conferencia de prensa. Por favor, apague su cámara en presencia de esta clase de personas, si es que no consigue huir lisa y llanamente.

3) El Ramo: Supone la más importante humillación para las mujeres solteras que asisten a la fiesta. Deben fingir exageradamente que se mueren de ganas de agarrar el ramo porque son unas pobres desesperadas que sólo piensan en casarse, cosa que casi nunca es cierto: la mayoría de las veces a estas pobres chicas les importa un cuerno agarrar ese ramo espantoso, algunas ni siquiera tienen ganas de casarse nunca, y las que si sueñan con contraer nupcias tienen la inteligencia de saber que encontrar un tipo macanudo no tiene un pito que ver con esta escena decepcionante. Otra vez, a nadie le divierte. Los que estamos afuera aplaudimos y las chicas se abrazan como si fueran un grupo de porristas que obtuvieron un beso del mariscal de campo. Ni ellas se lo creen, ni nosotros nos reímos. Lo extraño es que todos siempre participamos. Mucho más fácil, amigo, sería sincerar esta situación frente a todos y evitarnos ese mal trago.

4) Discursos: Ocurre que a veces los padrinos son obligados a dar un pequeño discurso durante la cena (o antes de la mesa dulce, ponele) en el cual deben ensalzar las cualidades de los novios o contar anécdotas en donde siempre nos queda claro que los novios se conocieron gracias a la viveza del padrino, o que se dieron el primer beso en lo de la madrina mientras veían TVR. Más tarde, un pariente envalentonado por el whisky toma el micrófono y trata de ser exageradamente emotivo con el objetivo de que alguien llore, o ser patéticamente gracioso para que aplauda la estudiantina de la mesa de los amigos de él. Nada puede resultar más aburrido. Odiamos los discursos en la tele, en los actos escolares y hasta los de nuestros propios familiares, pero tenemos que soportarlos durante una fiesta y aplaudar o mojarnos los ojos para complacer al orador y no hacerlo sentir un pavote.

5) El instructor de baile: Este tip es válido para el rubro "animación en casamientos que molesta a la gente" e incluye, además del mencionado profe de danzas, a los magos que se burlan del abuelo que está borracho u obligan a un pariente a colaborar como voluntario en el truco de magia; a los humoristas que si fueran graciosos no estarían laburando en fiestas de casamiento; a los imitadores de arjona que le cantan a ella su tema favorito. Es un plomazo. Uno está comiendo esa comida diminuta que le sirven y tiene que pararse a fingir ganas de participar del truco de romper tu reloj con un martillo, cuando no se ve obligado a hacer un paso de salsa delante de 100 personas ávidas de algo para poder reirse en medio de ese bodrio. Pensemos: si uno quisiera aprender a bailar danza árabe como una odalisca se tomaría la molestia de asistir a un curso en un lugar serio y no en un casamiento. Incluso a los que toman esos cursos tampoco les divierte el instructor de danza. Y menos a los que odian bailar como odaliscas. Es, por lejos, el momento más aburrido de todos los casamientos, a pesar de que los novios se esforzaron por lograr justamente lo contrario cuando contrataron a esta gente. Así que mejor, ahorrarse ese dinero o invertirlo en mejorar el catering, que siempre, siempre, nos deja al final de la cena con ganas de que ya sea la hora de la mesa dulce.

6) El souvenir: La idea de regalar un recuerdo del casamiento a los invitados tiene el único objeto de hacernos recordar los peores momentos de dicha fiesta, aún en los frecuentes casos en que la fiesta resulta de verdad divertida. En general son horribles, y a veces, incluso, intrasportables. Es terrible: pasan los meses y uno no logra hacerlos desaparecer o perderse, situación que se comprueba cuando buscando algo importante (como las llaves del auto o el control remoto) uno se encuentra con esa macetita de porcelana fría de algún casamiento y piensa en porque no se perderá esa porquería en vez de los anteojos para leer.

Otros elementos indeseables o inútiles, como las maracas con formas de choclo, los anillos en la torta, el "avioncito" a los novios que la novia siempre detesta porque le arruina el vestido y se liga manotazos de todos los amigos de él, o los videos interminables con fotos de la caída del primer diente de la novia o del acto del colegio donde el tipo hizo de vendedor de velas, conforman una lista interminable de situaciones que nuestro lector deberá evitar si quiere llegar al pernil de cerdo de las 5 am con la dignidad intacta.