Nos venden algo que no entendemos, pero que ni siquiera procesamos. Ni siquiera tratamos de entenderlo. ¿Para qué? La propaganda ya dijo que es bueno.
Es así como preferimos los yogures que tienen "biopuritas" y "acti-regularis", como si esas cosas existieran de verdad y supiéramos que son. Probramos el LCaseiDefensis porque ¿cómo vamos a dudar de Pancho Ibañez?
Recién veía (por mi condición debo consumir mucha programación infantil) que la nueva leche en polvo para niños Nutril(pip!)ón ahora viene con un nuevo ingrediente: El inmunofortis.
Digo yo: ¿Me están cargando? ¿Qué es eso? ¿Existe realmente?
Y si existe, ¿me van a decir que los científicos que lo descubrieron, después de años de investigación y esfuerzo le pusieron ese nombre?
Lacan decía (queda re bien citar a Lacan, lo siento) que los hombres "comemos significantes". Y la verdad que en esta el tipo tiene razón. Porque el yogurth tiene el mismo gusto de siempre. No le sentimos la diferencia a los biopuritas, no lo consumimos por eso. Pero nos hace sentir parte de otra cosa, de algo más grande, que elegimos creer.
La publicidad es el arte de inventar productos por un lado, y sujetos que los consuman por el otro.
Por suerte yo estoy avivado y no entro en esa historia.
El lactobasilius GG me mantiene lo suficientemente despierto como para no caer.